domingo, 26 de octubre de 2008

PosMo

“Subieron los bonos por una versión de cambios en el Indec”

-¡Ahhh mirá vos que interesante!

“Lula habló del MERCOSUR y de las relaciones bilaterales”

-Relaciones bilaterales…por qué no mandan un par de garotas para acá, ¿eh?

“Siguen los enfrentamientos en la franja de Gaza”

-¡Qué lo parió! ¿Hasta cuando con esto, viejo?

“Huracán deja centenares de muertos y miles de evacuados en Haití”


¡Ahí está! Todo el mundo preocupado con negocios, bonos, guerras santas, para que venga un bicho de estos y en segundos se lleve todo. Así de frágil es nuestra existencia. Todavía hoy, hay cosas que se nos escapan de las manos, que no podemos controlar, ni siquiera pensar en ello. ¿Cómo te quedó el ojo, Iluminismo? Claro, uno puede predecir algo así, pero la cuestión es cómo detenerlo. Salvo que existiese una entidad superior, una fuerza externa, que nos proteja ante semejantes desastres. Digamos un Dios. Pero un Dios diferente al que conocemos. El nuestro no puede parar un huracán o, por lo menos, si puede, no lo está haciendo. Necesitamos un nuevo Dios, a quién le podamos pedir cosas que el nuestro, el actual, no nos está dando, ni nos va a dar jamás, amenos que sea puesto en jaque su lugar de rey supremo e incuestionable. Las sociedades avanzan, se desarrollan, tienen nuevas necesidades; necesitan cosas nuevas, ideas nuevas, seguridades nuevas…necesitan “modernidad” señores, y Dios, históricamente, se ha ido adaptando a esas vicisitudes. Que se entere que estamos ante uno de esos momentos de ansiedad de cambio.

Díaz, a la edad de once, le preguntó a su madre: “Madre, ¿qué fue primero? ¿el huevo, la gallina o Dios?”. Ese día, la madre vio a su hijo de manera diferente: estaba creciendo sin entender bien de qué se trataba todo esto o bien entendía demasiado. Sin embargo le restó importancia: tenía clientes haciendo sonar el timbre de su tienda.

Un buen Dios debería tener Internet, una cuenta de e-mail, oficina, un número donde ubicarlo, donde hacerle llegar nuestras sugerencias para un pasar más ameno por la Tierra. Sin embargo el que tenemos se quedó en la Edad Media, no sabe nada del futuro, mucho menos del presente. Llegará el día que las viejas ya no le prendan más velas, mientras sus hijos combaten a muerte por el dominio de una cuadra. Debemos hacer algo, debemos despertar a nuestro Dios o cambiarlo por otro y ya. Pero, ¿cómo dar con El o, al menos, con un competidor? La magia negra podría ser muy útil, aunque me asustan sus rituales. La iglesia convencional definitivamente ha dejado de ser una opción. Mi tía Raquel puede saber algo.

A los veinte años Díaz abandonó a su segunda novia: ella quería mantener relaciones pre-maritales. A los seis meses pensó que una nueva religión vendría bien al mundo, con ángeles más creíbles, vírgenes reales, demonios estereotipados y dioses cabales. Les dibujaba sus atuendos y diagramaba sus costumbres. Construyó templos en miniatura y compuso canciones de agradecimiento. Averiguó por departamentos en alquiler para la burocracia divina; hasta les abrió una cuenta de correo electrónico: santoremedio@hotmail.com. Díaz estaba excitado: él sería el “médium”.

Primero veo cómo me comunico con el cielo ¿Llamo por teléfono o voy personalmente? En seguida me darán turno…saben quién soy ¿Traje o elegante sport? ¿Raya al medio o al costado? Un poco de colonia. Aliento a mentas y una seca de porro para calmar la ansiedad. Ya son las tres; mejor me pido un taxi.

“La violencia no cesa en el oriente boliviano”

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“Matanza de monjes budistas en Myanmar”

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“Accidente fatal: taxi con rumbo a Luján choca de frente con ómnibus de larga distancia”

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